Corazones: La piedra angular del pop chileno celebra 30 años

Mayo 20, 2020

Mayo de 1990. Mientras Chile aún buscaba cómo posicionarse en su flamante condición de país democrático, el mundo de la música despachaba su propio hito. Uno que para muchos resultaría, en principio, desconcertante: Los Prisioneros, la banda de himnos de resistencia como “Muevan las Industrias” y “El baile de los que sobran”, reaparecía en escena no sólo como un dúo, sino enarbolando además un electropop desprejuiciado y directo, al servicio de letras que ya no hablaban de un país desigual o una juventud rebelde, sino de amores tortuosos y relaciones lacerantes.

Fue el disco “Corazones”, la cuarta placa de los sanmiguelinos lanzada hace exactos 30 años, un domingo 20 de mayo. Un álbum que los fanáticos acérrimos del trío que integraran Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea, recibieron con una cuota de estupor, pero que a la postre se transformaría no sólo en el disco más exitoso de Los Prisioneros, con ventas finales estimadas en cerca de 200 mil copias.

Además, se trataría de una placa fundacional, la primera piedra de una construcción sólida levantada durante años, y a la que no es exageración llamar, simplemente, pop chileno.

Tres décadas después, no son pocos los artistas que rinden verdadero culto a ese trabajo, y que han reconocido en ese sonido y esa lírica una influencia esencial. Javiera Mena, Álex Anwandter, Gepe y los ya extintos Dënver, han sido algunos de los que han transitado por los caminos pavimentados por “Corazones”, y en particular por un hombre: Jorge González.

Porque aunque bajo el rótulo de Los Prisioneros figurara tanto ese nombre como el de Miguel Tapia, lo cierto es que fue González quien cargó con todo el proceso creativo del disco, en el que imprimió sus inquietudes musicales y también sus tormentos.

Estos últimos son conocidos: Desde hacía varios meses, el líder de Los Prisioneros se encontraba en una relación prohibida con la entonces esposa de Claudio Narea, triángulo que luego estallaría, hasta hacer del primer quiebre de la banda un asunto inevitable. El guitarrista se apartó del proyecto, y la decisión de recomponer su matrimonio terminaría por transformar al de González en un amor imposible.

Todo ese dolor está volcado en las nueve composiciones que integraron el disco, y a las que el sanmiguelino dio vida en un estudio de Estados Unidos, hasta donde viajó a solas, sin la compañía de Miguel Tapia. Sin embargo, allá se encontraría con otro nombre que resultaría clave en la articulación final de la obra: El productor argentino Gustavo Santaolalla.

Así fue como se imprimieron en cintas piezas inmortales del cancionero local, como “Tren al sur”, “Estrechez de corazón”, “Corazones rojos” y “Amiga mía”, entre otras que este 20 de mayo de 2020, 30 años después de su lanzamiento, te invitamos no sólo a volver a escuchar, sino también a homenajear

(Por Sebastián Cerda)


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