“Mi vida un musical”: libro recopila más de 100 obras de teatro musical chileno entrelazadas con la más de tres décadas de trayectoria de su autor

Abril 29, 2025

  • Hernán Fuentes ha sido testigo y protagonista de esta rama del teatro musical que busca ser considerada en la Ley de artes escénicas. En su publicación, el académico y director expone cómo funciona el teatro musical nacional y cómo funcionan los derechos de autor, mientras visibiliza una disciplina que existe en Chile hace más de 70 años.

Hernán Fuentes recuerda que su camino y el del teatro musical se cruzaron en la década del 80, cuando llega Fama a Chile, una serie de televisión que abordaba la vida de los profesores y los alumnos de la Escuela de Arte de Nueva York. “Yo tenía 10 años, aproximadamente, y me prometí tener mi propia escuela de artes escénicas”, cuenta.

Por ese tiempo, también logró ver la versión chilena de El Hombre de la Mancha en el Teatro Baquedano con María José Langlais, Alicia Quiroga y Fernando Gallardo, lo que marcó un antes y un después. Ya más adolescente, decidió emigrar a Buenos Aires para estudiar comedia musical con los maestros argentinos Pepe Cibrián Campoy y Ángel Mahler. En paralelo, sintió que en Chile no había una escuela formadora de teatro musical, por lo que se aventuró a instalar a inicios de la década del noventa la primera escuela de comedia musical llamada Teatro Musical y Danza (TMD).

Con un amplio bagaje académico, el que incluye un magíster en Educación con especialización en Gestión y Liderazgo, ha creado obras notables como La Bandera… Más que un musical (2003), La Quintrala… El musical chileno (2005), Clavel Rojo… El musical de Gladys Marín (2018)  Y aquí sigo… Un musical para recordar (2021). A partir de estos cuatro montajes es que Hernán Fuentes define una metodología de trabajo para una formación de intérprete de teatro musical latinoamericano, “más sudaca, mucho más latino”, plantea. “Más allá de que me encanta el musical de Broadway, genéticamente no lo somos. Somos Latinoamérica. Y desde ahí me parece que hay que instalar un método latinoamericano de teatro musical”, expone.

También fue parte de la creación del Colectivo Nacional del Teatro Musical Chileno (Conatemuch), que reúne intérpretes y compositores. Un hito que despertó una alerta en Fuentes: “Me doy cuenta de que están muriendo los grandes referentes de la comunidad musical chilena”. Es así como se acerca a la que señala como la madre de la comunidad musical chilena, Carmen Barros, para homenajearla creando los Premios Carmen en el año 2017.

Hoy, con una trayectoria de 35 años, Hernán Fuentes es una de las figuras destacadas en el teatro musical chileno. Un largo recorrido que ha documentado en su libro Mi vida un musical —de la editorial Quimantú—, en el que escribe desde su propia vivencia cómo el musical fue transformando su vida y cómo su vida fue pasando históricamente por referentes de teatro musical que se estaban dando en Chile.

“Empecé a descubrir que existen en Chile, desde los años 50 hasta el 2020, más de 100 títulos originales de comedia musical chilena. Lo que hago en el libro, de alguna manera, es construir una narrativa biográfica, yo como autor, como director de teatro musical, y empiezo a vincular estos musicales con la escena nacional”, explica. La publicación también explica cómo funciona el teatro musical en Chile y cómo funcionan los derechos de autor en teatro musical, mientras visibiliza una disciplina que existe en Chile hace más de 70 años.

“Este libro viene a explicar, de una manera muy metódica, cómo funcionan los derechos de autor y qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. No desde el lado sancionador ni castigador, sino que desde un lado más punitivo de comprender, de respetar que si no hay autor no hay obra, y cómo yo puedo de alguna manera fortalecer la industria del teatro musical a partir del respeto del autor”, explica Fuentes y agrega: “Viene a explicar para los músicos, para los intérpretes, para los autores, cómo poder crear un musical a partir de los derechos de autor”.

Todo con la intención de crear teatro musical. “Eso permite, por un lado, visibilizar historias nacionales que te permiten componer, musicalizar y fortalecer la creación. Y, también, genera un poco de riqueza, porque si queremos hacer una obra, la misma obra en un tiempo más, vamos a pagar el derecho de autor a gente nacional que compuso, que hizo todo esto. Finalmente, genera industria”, dice.

-¿Se puede reconocer una característica o algo que defina al teatro musical chileno?

-Yo creo que no existe una receta tal. Es como cuando tú compones una pieza musical a partir de lo que tú consideras, de lo que tú vas construyendo, de lo que te genera la letra de tal situación o tal emoción. En ese sentido, lo que sí yo podía definir es que el teatro musical o la comedia musical debiera tener al menos un 70 % de música en diálogos cantados de dos o más personas, o monólogos cantados, o frases cantadas por un pueblo, que se cruza con diálogos de voz hablada, y un 30 % de texto hablado. A diferencia del musical solo, como Cats, como Los Miserables, que es todo cantado de comienzo a fin. La Negra Ester es una tremenda obra, una tremenda puesta en escena, una tremenda historia. Las canciones acompañan a la trama, pero no son los personajes quienes van sumando texto cantado para potenciar la historia.

En el teatro musical chileno, o en el teatro musical que se instala en la creación nacional o latinoamericana, debería tener cuatro elementos en común. El primero es que, efectivamente, existe un contexto histórico que tiene una denuncia social, sí o sí. Que esa denuncia social va con una crítica o una acción política. Y el cuarto elemento es que debe tener entretenimiento. Lo marco como cuatro principios o códigos que debieran tener los musicales. A veces carecen de uno o dos elementos, y a veces carecen de los cuatro. Entonces, esas son características propias del teatro musical que descubrí analizando comedias musicales chilenas.

-Usted ha planteado que es necesario reconocer el teatro musical como una disciplina independiente y que debería ser parte de las leyes de arte escénica…

-Eso permitiría estar en igualdad de condiciones con la ópera, el teatro, la danza, el circo, narradores orales, etc. Segundo, efectivamente es un acto de justicia, de reconocer que existe una disciplina y existe hace más de 70 años en el país, desde los años 50, y que genera mucha empleabilidad. Y, por tanto, al no estar en la ley de arte escénica, dificulta que no tengamos recursos ni financiamientos para perfeccionarnos, para profesionalizar la disciplina. Por tanto, los exponentes que hay en Chile deben irse a Europa, a España, a Nueva York para profesionalizarse. A pesar de que todos los años se hacen musicales originales, y musicales de grandes marcas, no existe una industria tal.

En esa línea es que el pasado 7 de enero de 2025, día del centenario de Carmen Barros, se presentó un proyecto de ley para que esta fecha se declare el Día del Teatro Musical Chileno. Una propuesta liderada por su familia, la comunidad artística y la senadora Fabiola Campillai, y que busca reconocer el legado de la destacada artista y promover el reconocimiento de esta disciplina en la Ley de Artes Escénicas.

Hernán Fuentes ya está trabajando en una segunda publicación que abordará la historia del teatro musical chileno desde los años 50 en adelante. Un proyecto que está en plena fase de investigación y que espera ver la luz en enero de 2027. Por lo pronto, el libro Mi vida un musical se puede adquirir en la editorial Quimantú, en la Tienda Nacional y directamente con el autor.


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