Osvaldo Cádiz: “Chile está recién empezando a descubrir a Margot en su real dimensión”

Septiembre 11, 2018

El viudo y continuador de la labor de Margot Loyola recuerda a la destacada folclorista nacional en su centenario, una celebración que se extenderá por todo un año.

¿Qué sensaciones tiene por el centenario de Margot Loyola?

Para mí ha sido realmente impactante ver el inmenso cariño que hay hacia Margot a lo largo de todo el país, porque por donde yo he andado, hay actividades en torno a ella; en colegios, en conjuntos folclóricos, etc. Hay una cantidad enorme de actividades y todo eso naturalmente que a mí me ha impactado, porque a esta mujer que amó profundamente a Chile, uno nunca piensa cómo penetró tan fuerte en el pueblo, en el cariño de la gente que te lo demuestra a diario.

Ella siempre decía que quería mostrar muchas ventanas por las cuales poder descubrir Chile. Ella hablaba de un “Chile secreto”. Esa fue su gran labor, mostrar esos caminos, esa ventana, donde los jóvenes fueran descubriendo un mundo que nos pertenece y que no conocemos. Labor que continúa la Academia Nacional de Cultura Tradicional Margot Loyola Palacios, que sigue haciendo clases en todo Chile para seguir con el objetivo de que los niños entiendan que ellos portan muchas expresiones de la cultura tradicional y popular y que las utilizan a diario y eso es parte de nuestra identidad.

¿Cómo celebrarán los 100 años?

Vamos a celebrar el centenario desde el 15 de septiembre de este año hasta el 15 de septiembre del 2019. Vamos a estar todo un año haciendo múltiples actividades. Yo quiero que la recuerden, como decía Violeta Parra, como la chilena más chilena que hayan conocido, o como dijo Pablo Neruda, como la emperatriz absoluta de Chile. Yo creo que Chile está recién empezando a descubrir a Margot en su real dimensión.

Quiero que la recuerden como la mujer que amó profundamente a su tierra. Ella decía que hay que poner los pies bien puestos en la tierra, y ahí solita la inspiración va a salir, que nunca hay que despegarse de la tierra, porque si uno se despega, se va a perder. Siempre escuchó a la juventud, siempre apoyó a los artistas emergentes, como Nano Stern, a quien Margot admiraba muchísimo, pero que desgraciadamente no alcanzamos a recibir, porque por las múltiples actividades de él, no alcanzó a venir a nuestra casa.

En esta fecha especial, ¿cómo la recuerda?

En los últimos años, Margot lo único que quería era más tiempo para vivir, para poder entregar lo “poco” que ella había estudiado, como decía. Buscaba alumnos, los invitaba a la casa, les enseñaba, estaba preocupada sobre todo de los músicos jóvenes como Natalia Contesse, Andrea Andreu, Daniel Muñoz, Paty Díaz y Gepe, con el cual se encariñó muchísimo. Los recibía, los escuchaba, los orientaba, les entregaba material, los instaba a seguir en la huella de Chile. Aparte de sus otros alumnos particulares, que también los recibía, les hacía clases de danza, de guitarra, hasta los últimos días de su vida. Ella en el cotidiano, hasta el final, lo que más quería era poder enseñar, entregar, escribir, e incluso me dictaba sus pensamientos. Yo he estado revisando cuadernos ahora y me he encontrado con páginas y páginas donde ella me dictaba lo que iba pensando en torno a lo que había que hacer y también escritos hechos por ella hasta sus últimos días. Todos esos escritos algún día los daré a conocer.

Margot era una mujer especial, ¿qué anécdota se le viene a la mente ahora?

Una vez íbamos en un taxi, y el taxista nos reconoció y cuando terminó la carrera no nos quiso cobrar, y él me dijo: “mire caballero, usted estará casado con esta mujer, pero no se le olvide que la Margot Loyola le pertenece a todos los hombres de Chile. Punto”. Eso yo lo entendía, porque íbamos por la calle y la gente se acercaba a tocarla, le pasaba las guaguas para que Margot las tuviera un rato en sus brazos.

En otra ocasión, Margot salió por Grecia con Macul, donde vivíamos antes, y la siguió un muchacho, se atrevió a hablar con ella, se retiró, y al rato volvió con una rosa para regalársela. ¿Te fijas? Esos detalles te hacen darte cuenta de cómo la gente la quería.

Por ejemplo, siempre que salíamos a terreno invitábamos a un par de alumnos para que vieran nuestro sistema, nuestro modelo, para que lo pudieran estudiar. Y una vez fuimos a Iquique, en donde todos los días íbamos a almorzar a un lugar, y un día nos tuvimos que volver y dejamos a Margot sola en el restorán, y un obrero le dijo: “Oiga, parece que la dejaron botada, solita”, y ella lo miró y le dijo: “Sí ¿Y no le gustaría a usted recogerme?”. A lo que él le respondió: “Me faltaría pala pa’ hacerlo pues señorita”. (Ríe) ¿Te das cuenta? Margot nunca se quedaba callada, siempre conversaba con la gente.

Ayudaba a los artesanos a vender sus cosas, se ponía a cantar con ellos, se metía a las fiestas a ser una más, porque el sistema de investigación que Margot implantó era el de ser una célula participativa de la comunidad, no ser un visitante externo que va a estudiar. No, era irse a vivir, conocer al hombre y la mujer.

¿Qué le parece que permanezca en la memoria con instancias como el concurso Margot Loyola Premio a la Música de Raíz?

Este concurso ha sido una brillante idea de la SCD, una sociedad que ella amaba. Es una gran idea porque se les da cabida a compositores, quienes tomando la raíz folclórica, se inspiran y crean sus propias composiciones.  Y lo más importante, es que se valoran y se escuchan estas canciones.

 


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